miércoles, 6 de octubre de 2010

Buddhadasa, gallos y mosquitos


Aunque ya ha pasado más de un mes, os contaré un poco más del retiro.

En general, estuvo bien: el primer día me rallé un poco y se me echó el mundo encima (pensamientos del tipo "ya no quiero seguir meditando", "no sé por qué la gente se molesta", "el budismo no sirve para nada"), pero se me pasó al día siguiente. El resto del retiro fue normal, con su dolor de rodillas y la sensación de que no hacía nada útil en las sentadas (esto me ha pasado en todos los retiros a partir del segundo día), pero, a diferencia de otras veces, esta vez no se me hicieron los días larguísimos, ni mi estancia en el retiro interminable. Fui consciente de que estaba allí una semana, y no me parecía que fuese una eternidad. La verdad, no sé si esto es bueno o malo.

Una última anécdota de las sesiones de preguntas y respuestas: alguien le preguntó a Ajahn Abhinando qué hacer cuando los mosquitos quieren picarnos y nosotros no queremos que nos piquen. ¿Se mantiene el primer precepto (abstenerse de matar)? Abhinando respondió que los preceptos es claros, pero que no hay que tomárselos como si fueran mandamientos: son marcos donde encuadrar nuestra práctica, una especie de guía moral para poder avanzar sin problemas en el camino. No obstante, el mundo no es solo blanco y negro, sino que también hay muchos grises, y ahí es donde tenemos que decidir qué hacer. Abhinando nos recomendaba ser más creativos y buscar otras soluciones al problema que no implicasen saltarse los preceptos, pero que, a veces, no hay más salida que romperlos. Y entonces tenemos que hacerlo, y asumir las consecuencias que pueda tener esa decisión.

A modo de ejemplo, nos contó el caso de Ajahn Buddhadasa, del que ya he hablado antes. Buddhadasa está considerado como uno de los maestros tailandeses más importantes del siglo XX, y sus escritos, que podéis leer en Internet, son muy directos e intensos. Un tipo interesante. Pues bien, Buddhadasa acostumbraba a tener siempre cerca a un grupo de gallos (si no me creéis, mirad la foto). Los gallos estaban tan acostumbrados a él (y él a los gallos) que se subían a sus brazos y a su cabeza tranquilamente. Si, mientras un gallo paseaba por su brazo, se posaba un mosquito en el otro, Buddhadasa sólo tenía que mover la mano para acercar al gallo al pobre insecto, y así solucionar el problema. Abhinando decía que nos podíamos poner puristas y decir que Buddhadasa estaba ayudando al gallo a asesinar al mosquito, pero la esencia está en que no hay que "ponerse talibanes", como dice mi novia.

Para poder vivir, otros tienen que morir. Esto es una realidad, lo miremos por donde lo miremos. El primer precepto nos da un marco en el que movernos y evitar matar porque sí, pero está claro que todo lo que hacemos implica la muerte de algún ser vivo (y si no pensad en los parásitos, en las infecciones, etc). Lo mejor que podemos hacer es ser conscientes de todo ello y aceptarlo. Ponerse tonto con llevar los preceptos a rajatabla solo nos causa más sufrimiento...

Por cierto, Jerome me contó que él vio a Buddhadasa matar mosquitos a manotazos, y que no parecía muy preocupado por esconderlo. ¡Parece que el hombre lo tenía claro!

2 comentarios:

  1. También están los casos de maestros del bosque que no solían matar a manotazos a los mosquitos y consiguieron, de alguna manera (tal vez en samadhi), que éstos no les picaran.

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  2. Y los hay que les picaban los mosquitos sin parar y no se molestaban. Cuestión de guestos ;)

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