No sé si he escrito antes de la curiosa relación que mantengo entre la Biología y el Budismo. Resulta que la biología es una ciencia tremendamente vocacional, en la que la gente (como yo) se mete a estudiarla con pasión y denuedo, dejándose la piel observando y maravillándose con la vida. Y Gotama y sus amigos te dicen que si quieres ser feliz eso de emocionarte tanto por algo no te lleva a la calma, a la paz. Y tienen razón: la pasión por la biología no es compatible con la calma mental.
Entonces, ¿qué haces, Pablo? Eso me preguntaba yo. Durante un tiempo, pasaba por etapas de mucha dedicación a la biología y otras (sobre todo verano) en las que me olvidaba de ella y me dedicaba a meditar y a practicar budismo intensamente (el resto del año también lo hacía, pero la biología solía ocupar la mayor parte de mis pensamientos). Y eso no era muy sano. Cuatro años después de empezar la carrera y de empezar a meditar, creo haber llegado a un cierto equilibrio. Creo.
Ahora la biología me sigue apasionando, pero he asumido que no podré abarcarla por completo, así que cada vez dedico menos tiempo a pensar en otras cosas fuera de mi especialidad, que es a la que me voy a dedicar. La biología pasa a ser un trabajo: uno que me gusta mucho, pero un trabajo al fin y al cabo. Y, así, deja hueco para el resto de mi vida, que incluye meditar y también las relaciones sociales, la lectura, las artes marciales, y un no muy largo etcétera.
He llegado a esta situación por varios factores, entre ellos que quería vivir más pausadamente y que la angustia por hacerlo todo y ya y porque la ciencia es inabarcable me acabaron cansando. A veces me da pereza la idea de trabajar de biólogo y ahora incluso me planteo trabajar de otra cosa...pero es tontería, porque cualquier trabajo tendrá algún problema u otro. No se puede huir de ello.
Y así estoy. No sé si es buena solución o no, eso ya lo veré. Pero esto cambia continuamente y quién sabe lo que me depara el futuro...
Entonces, ¿qué haces, Pablo? Eso me preguntaba yo. Durante un tiempo, pasaba por etapas de mucha dedicación a la biología y otras (sobre todo verano) en las que me olvidaba de ella y me dedicaba a meditar y a practicar budismo intensamente (el resto del año también lo hacía, pero la biología solía ocupar la mayor parte de mis pensamientos). Y eso no era muy sano. Cuatro años después de empezar la carrera y de empezar a meditar, creo haber llegado a un cierto equilibrio. Creo.
Ahora la biología me sigue apasionando, pero he asumido que no podré abarcarla por completo, así que cada vez dedico menos tiempo a pensar en otras cosas fuera de mi especialidad, que es a la que me voy a dedicar. La biología pasa a ser un trabajo: uno que me gusta mucho, pero un trabajo al fin y al cabo. Y, así, deja hueco para el resto de mi vida, que incluye meditar y también las relaciones sociales, la lectura, las artes marciales, y un no muy largo etcétera.
He llegado a esta situación por varios factores, entre ellos que quería vivir más pausadamente y que la angustia por hacerlo todo y ya y porque la ciencia es inabarcable me acabaron cansando. A veces me da pereza la idea de trabajar de biólogo y ahora incluso me planteo trabajar de otra cosa...pero es tontería, porque cualquier trabajo tendrá algún problema u otro. No se puede huir de ello.
Y así estoy. No sé si es buena solución o no, eso ya lo veré. Pero esto cambia continuamente y quién sabe lo que me depara el futuro...