Estoy discutiendo estos días con mis dhamma-buddies una pregunta importante: ¿por qué meditamos? O más bien, ¿por qué seguimos haciéndolo?
La semana pasada estuve tres o cuatro días sin apenas meditar. Cuando me di cuenta de eso, intenté hacer una especie de experimento: ¿qué pasa si no medito ni intento mantenerme atento a lo largo del día? Y lo que pasa es que mi vida se vuelve una mierda.
No me deprimí ni nada por el estilo, pero si me di cuenta de que empecé a buscar algo que diese sentido a mi vida, algo externo. Me empecé a preocupar por los efectos de la crisis económica, pensando sobre mi futuro y angustiándome por la incertidumbre. Estuve como casi siempre, pero no era lo mismo. Me faltaba un eje, un equilibrio.
Decía Dogen que sentarse en zazen es actualizar el satori o algo así. Yo no sé si tengo (¿se dice así?) satori, lo que sí sé es que lo que fuese que hubiese aprendido durante estos casi 6 años meditando no se estaba actualizando. Y uno puede vivir de las rentas un tiempo, pero llega un momento en que se acaba.
Así que, ¿por qué medito? Porque no quiero vivir la vida que se vive sin meditar.
Déjate de experimentos Pablo :-)
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