Hace unos días dejé de leer el libro de Suzuki, sin acabarlo, porque su zen no me estaba llevando a ninguna parte. Empecé otro libro del Dalai Lama que también me había sacado de la biblioteca y lo cerré a las pocas páginas al darme cuenta de que no iba a ayudarme mucho en mi práctica.
Pensé: "Déjate de remolonear y vuelve al trabajo", y decidí volver a charlar con Gotama (o con sus palabras escritas, vamos). Eso fue ayer por la noche. Hoy, en clase de meditación, y antes de que lo que re-aprendí con Gotama ayer hubiese tenido tiempo de posarse, Jerome nos ha leído el Xin Xin Ming, un poema escrito (aunque la Wikipedia dice que fue más tarde) por el tercer patriarca Ch'an, Jianzhi Sengcan y se me ha revuelto todo el estómago:
Y ya no hay nada más que decir.
Pensé: "Déjate de remolonear y vuelve al trabajo", y decidí volver a charlar con Gotama (o con sus palabras escritas, vamos). Eso fue ayer por la noche. Hoy, en clase de meditación, y antes de que lo que re-aprendí con Gotama ayer hubiese tenido tiempo de posarse, Jerome nos ha leído el Xin Xin Ming, un poema escrito (aunque la Wikipedia dice que fue más tarde) por el tercer patriarca Ch'an, Jianzhi Sengcan y se me ha revuelto todo el estómago:
Si deseas ver la verdad entonces no tengas opiniones a favor o en contra de nada.
Enfrentar lo que te gusta contra lo que te disgusta es la enfermedad de la mente.
Enfrentar lo que te gusta contra lo que te disgusta es la enfermedad de la mente.
Y ya no hay nada más que decir.