lunes, 11 de enero de 2010

De Zen y Theravada y cómo Ajahn Chah me sacó del aprieto

Esta mañana estuve pensando. Quizás más de lo que debería. Hace un tiempo tomé la decisión de que no importaba lo que uno hiciese, mientras fuese consciente de sus actos y aceptase las consecuencias. Creo que eso es un punto de vista muy "zen" (pero tampoco sé tanto de zen, así que tal vez me equivoque).

Hoy, mientras meditaba, pensé en cómo en el Theravada sí que hay un camino muy marcado (el Óctuple Noble Sendero), en el que las acciones "correctas" están bastante delimitadas. Mi preocupación vino de pensar "¿Y si me estoy equivocando? ¿Y si hay más de un camino, que me lleva a más de un sitio? ¿Y si he escogido el camino equivocado?". Y así he estado toda la sentada, hasta que me he levantado y he leído el fragmento que os puse de Ajahn Chah hace unos días. De repente, toda la ansiedad se ha esfumado.

Déjalo ir. Suéltalo. Cuando tenga que tomar una decisión, si la tomo sin miedo, sin apego, sin excusas, será "Acción Correcta". Si la mente es correcta, la decisión es correcta. Pero a cada momento, aquí, ahora. Nada de agobiarse por lo que fue o lo que será. Y, así, no hay contradicción entre Zen y Theravada, y todo lleva al mismo sitio, el sitio que parece que Ajahn Chah conocía muy bien.

No hay contradicción, y Gotama y Ajahn Chah se ríen junto a los maestros chinos.

4 comentarios:

  1. Gracias a Ajahn Chah.

    Hay dos maneras de meterse en el "zen": una en la que tarde o temprano no puedes evitar entrar en la "ortodoxia", las formas, los maestros, las sanghas, etc: bastante aburrido y que, además, no te va a llevar más que a eso que describías en el párrafo 2º.

    La otra es la que Ajahn Chah "conocía muy bien".

    Es bueno tener un marco de referencia, sea cual sea, y exprimirlo hasta la última gota como si fuera un limón murciano en Dinamarca (y créeme, a lo mejor no sé de zen pero de limones murcianos en Dinamarca soy maestro iluminado y transmisor del verdadero dharma).

    Pero cuando estás sentado en silencio, acompañado de la respiración, hay un sitio, o un estado en el que no hay zen, ni theravada, en el que el libro eres tú y no tienes marco de referencia. A veces da vértigo.

    A veces te encuentras a ti mismo riendo junto a Gotama, Ajahn Chah y los maestros chinos.

    Es ahora.

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  2. Gracias por el comentario, David. Sí, sin marco estoy (bueno, salvo el que me dejan esos tres párrafos de Ajahn Chah que son como un ancla en tiempos agitados), y me dio vértigo al pensar en zen y theravada y si estaba siendo demasiado atrevido.

    Ajahn Chah se rió. El vértigo se fue, y ahora sigo nadando.

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  3. Me gusta ver esto de los practicantes sin marco. ¿Creen que es algo nuevo o antes también se daba de la misma manera?

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  4. Hola Hernán. Gracias por tu comentario.

    Respecto a los practicantes sin marco, supongo que llega un punto en la práctica en el que los marcos te limitan, y tienes que dar el siguiente paso, así que supongo que eso se da siempre. El mismo Gotama tuvo que abandonar todos los marcos, todo lo que había hecho antes, y ponerse a practicar por su cuenta. Al final se trata de creer en tí mismo y tirar para alante.

    Dicho esto, no creo que yo haya llegado a ese nivel "sin marco", porque las cuatro nobles verdades siguen resonando en mi cabeza a la hora de enfocar la vida y la práctica...

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