Si esperas lo suficiente, la nieve se derretirá.
Si esperas lo suficiente, las montañas se aplanarán.
Si esperas lo suficiente, el dolor se irá.
Si esperas lo suficiente, las semillas germinarán.
Si esperas lo suficiente, alcanzarás la liberación.
Las cosas llevan su tiempo y, como dice el refrán: "No por mucho madrugar amanece más temprano". La paciencia es una virtud fundamental en esta práctica, y creo que en la vida en general. Muchos problemas dejan de serlo si esperamos pacientemente a que todo esté en su lugar correcto para actuar.
Ahora bien, la paciencia no implica pasividad o inacción. En todos los ejemplos que os he puesto al principio, la acción de esperar va siempre acompañada de otro proceso, que es el que permite que la consecuencia ocurra: el sol irradiando luz que derrite la nieve, el agua y otros agentes erosionando las montañas hasta que ya no queda nada de ellas, el cuerpo trabajando con la fuente del dolor para acabar con la amenaza, los complejos procesos fisiológicos que conlleva la germinación de la semilla, y la práctica que nos lleva a la liberación. No se trata de sentarnos en un sillón a mirar como nos iluminamos, sino de trabajar activamente (y con perseverancia) para ello.
Y, mientras trabajo, recuerdo que todo lleva su tiempo, y sigo al turrón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario