Fácil de decir. No tan fácil de hacer. Quizás no tan difícil.
Todo se emborrona y las opiniones dejan de estar claras. Mi mente parece una neblina donde nada se ve bien, y donde mi idea del mundo, la vida, el amor y lo demás hace tiempo que dejó de tener importancia. Y, extrañamente, se siente bien.
Claro está, esto no ocurre siempre. Por eso se llama impermanente. Creo.
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